Resumen
Al darse la globalización como una necesidad comercial antes que alguna otra, se vino abajo la posibilidad de construir una comunidad mundial que comprenda a cada uno de sus miembros. Con dicho suceso, ahora cada miembro de cada sociedad es un ente individualizado. Para poder reestablecer la armonía en la convivencia se plantea el concientizarnos y generar una “ética de la comprensión” (Morín, 1999).
Introducción
La humanidad desde que vive en sociedad o grupo sociales, siempre ha generado códigos y normas para facilitar su convivencia, y que habían sido funcionales hasta que el fenómeno de la globalización llego y el cuál es contrario a lo que plantea Edgar Morín (1999). En el primero se subsiste por medio del individualismo a ultranza, en el segundo se vive planamente con una conciencia de ser uno con una comunidad mundial, la cual busca que cada miembro comprenda a los demás y los trate como a sus iguales. Por lo que la tarea de cada uno es asumir en su lugar de trabajo, en su familia, en su grupo social base, hacer los cambios para una mejor relación.
Las presunciones sobre la ética
Ética, ¿a qué alude este concepto?, ¿cuál es la enunciación más acertada, si es que la hay?, ¿Cuáles son sus alcances y limitaciones? Morín (1999) la señala como la parte medular para lograr la “compresión entre las personas” y en consecuencia tener una humanidad más “humanizada”.
En la literatura especializada podemos encontrar diversas menciones al respecto, como siguiente de Gutiérrez, C. (1998):
La palabra "ética" significa algo muy parecido a "moral". Sin embargo, podemos señalar la siguiente diferencia: "moral" se refiere al conjunto de los principios de conducta que hemos adquirido por asimilación de las costumbres y valores… las normas que se nos imponen en esos ambientes, con base en la autoridad… moral… que recibimos pasivamente y sin cuestionamiento antes de adquirir el "uso de razón". "Ética" se refiere a algo diferente: el intento de llevar esas normas de conducta y esos principios de comportamiento a una aceptación consciente, basada en el ejercicio de nuestra razón.
Como podemos observar las diferentes acepciones presentan una noción más o menos estable sobre como regula ésta, la actividad humana en todas sus esferas.
Para fines de este trabajo se entenderá como el conjunto de saberes racionales que orientan y determinan el actuar de los individuos en las sociedades a la que pertenecen, y facilita a su vez el bienestar común para todos y cada uno de los integrantes de ellas.
Por lo tanto el arte de la actuación comprensiva, permite ser tratado y tratar a los individuos con quienes se convive de manera cotidiana o no, de una manera humana, es decir entendiendo que entre ambos tanto diferencias como semejanzas, y que las primeras aunque hondas, no impiden una relación cordial y afable. En palabras de Morín (1999), esto es parte de la “ética de la comprensión… que nos pide, en primer lugar, comprender de manera desinteresada”.
De lo individual a lo globalizado e individualizado.
En el momento actual esta padeciendo una pérdida de valores humanos, resultado de la globalización, fenómeno que no sólo ha impuesto relaciones comerciales entre las naciones, al pasar del intercambio comercial entre las naciones, controlada y restrictiva, por una más libre y regulada totalmente por la ley de la oferta y la demanda, sino que también ha generado cambios culturales.
Como se puede ver en la definición que propone Vargas, M. (s/f) en Algunas reflexiones sobre la globalización.
Evidentemente cuando hablamos de GLOBALIZACIÓN lo primero que se nos viene a la mente es su definición desde una perspectiva económica, sin embargo, a estas alturas nadie puede negar que ha trascendido lo puramente económico y cruza otros aspectos fundamentales de la vida en sociedad, tales como la ideología y la cultura.
Esta vorágine de trueque a traído una transculturalización de cada nación, de una manera incompleta; ahora se adoptan nuevas actitudes y valores en función de la conducta que se ve de otros lados gracias a la Internet, el teléfono, la TV por cable, entre otros, pero sin entender en su totalidad el real significado de dichas conductas y no hay interés en comprenderlas.
Aunado a lo antepuesto, se presenta la individualización o egocentrismo (Morín, 1999) en cada familia y grupo social, lo cuál es impulsado, entre otros por la “moda comercial”, bajo la bandera de que lo importante es que “seas tú mismo” y por ello marca las pautas de lo que se debe comprar, a donde ir y que hacer para saber que nos desarrollamos en un plano exitoso de la vida –más no feliz, ni en armonía con los demás.
Y lo logran aprovechando que la raza humana tiende hacía el “hedonismo” (Lipovetsky, 2008) o principio del placer, concepto psicoanalítico en el cuál se dice que: “El Ello dirige todos sus esfuerzos a la consecución de las pulsiones, instintos y deseos” (Diccionario de psicología científica y filosófica, s/f).
Por lo que sólo se fija en aquello que le genera goce, venga de donde venga; esta fe hacía las nuevas formas de individualismo, resulta ser otro de los obstáculos señalados (reduccionismo, diría Morín, 1999), ya que imposibilita comprender visiones o argumentos de otras estructuras mentales diferentes a la propia.
Lo anteriormente señalado ha movilizado las escalas de valores en las sociedades, la cuales contaban con el “beneficio” que daba el ser nacionalista, y por tanto, en país se desarrollaba una moral y una ética propia, con pequeñas variables de acuerdo a la región de dicha nación.
A estás condiciones de ruptura en los modelos de normas y valores, el mismo Morín (1999) las estipula como los impedimentos externos que se presentan para la educación de la comprensión intelectual. Dado que para poder comprender hay que tener la capacidad de generar “un proceso de empatía, de identificación y de proyección. Siempre intersubjetiva, la comprensión necesita apertura, simpatía, generosidad”, eso es algo que la actitud egocéntrica adoptada por los individuos en cada sociedad implicada, que no permite lograr.
Las necesidades de replantear las normas y valores
Esta movilidad en el proceder individual y social ha sido para toda la humanidad algo de peso, pues no cuenta con mecanismos que faciliten el controlar y revertir los “daños” que la globalización crea en los sujetos volviéndolos individualistas, o si los tiene no han sido los suficientes. El mundo sin fronteras ha sido contraproducente para la conciencia planetaria que marca Morín (1999), la cual aplicada tal como la menciona, proporciona los elementos necesarios para una convivencia armoniosa y benéfica para el trinomio “individuo-sociedad-especie”.
La transgresión que sufre la humanidad como consecuencia de la excesiva comercialización de todo, incluyendo “consciencias”, ha hecho que se pierda un elemento muy importante y primordial para lograr la ética tan ambicionada por el escritor citado: la introspección que cada uno debería realizar con regularidad para tener claro, en primera instancia, nuestros puntos fuertes y débiles, de tal manera que podamos desprendernos de lo que nos detiene en nosotros mismos y pasar a otro nivel más complejo, como el de una conciencia de especie y género.
Ello nos permitiría desarrollar otras habilidades, pertenecientes al “bien pensar” (Morín, 1999), como la tolerancia a las diferencias y su respeto en cuanto a su manifestación y desarrollo; podemos incluso, hasta apoyar la expresión de ideas contrarias a las nuestras, siempre que se observe su expresión no agrede a los demás, aprendiendo y reaprendiendo de estos pensamientos ajenos a los nuestros.
Entonces ¿qué es lo que hace falta?
Lo primero a la luz de lo visto, es reformular lo que se enseña y como se transmite el conocimiento para desarrollar el buen pensar, al que pretende Morín que la sociedad planetaria llegue; este reajuste es indispensable dado que las pautas de los planes y programas de estudio actuales solamente forman al individuo para cubrir un perfil de trabajador, sometiendo a lo que se le solicita sin contradecir nada.
La forma en que se prepara a los individuos en las sociedades actuales, requiere en general habilidades memorísticas y no de reflexión y cuestionamientos, al menos en los países que estamos en vías de desarrollo, pues los esquemas y propósitos de estudios, no están orientados a que las personas asuman su rol y tomen conciencia de la importancia que tiene el saber en su formación personal y profesional de una forma plena, con la concepción de unidad entre el individuo, su sociedad y la especie humana.
Ahora bien, como miembro de la maestría, estudiante-investigador, me propongo corregir y aprender de los errores; lo comento por la experiencia en investigación, poca por cierto, que tuve siendo estudiante. Al realizar un estudio que versaba sobre los niños de y en la calle, cuyo objetivo era el confirmar los porqués de la salida temporal de estos niños de sus hogares y su eminente salida o expulsión total del seno familiar.
Al evaluar esa experiencia con las nuevas herramientas sobre la ética en la investigación que estoy conociendo, me di cuenta que “pecamos” de ingenuos, cometimos varías tropelías, según las normatividades de la metodología, y que podría en algún momento tratar de justificar con la frase de que “como estábamos aprendiendo”, pero no vale, pues debimos habernos informado más al respecto.
Siguiendo con el ejemplo, lo referente a cuestiones de no plagio, como plantea Rojas, R. (1992) “…También en ocasiones se desconoce la forma de hacer las citas bibliográficas…”, justamente el no hacer bien las citas en algún momento de la investigación, se presta a que se considere, aun sin esta intención, que se realiza plagio.
Recordemos que esto tiene origen en la escuela básica, y lo hay aprendido va afectando y formando la “deformación escolar” que se perpetúa hasta los niveles de licenciatura y post grados. Por eso no basa con buenas intenciones, no es suficiente con el ejemplo que pueda dar un par de profesores de manera vivida sobre el actuar ético, nadie aprende en cabeza ajena dice el refrán popular.
Cuando realice un trabajo investigativo, respetare y haré respetar las normatividades institucionales, tal como el código de ética para estudiantes de la maestría realizado en la Sede, y los reglamentos de cualquier institución involucrada. Ser autocrítico y reflexionar lo necesario para que mi trabajo produzca o genere beneficios sociales y no individuales.
Igualmente en mi vida profesional me planteo observar y cuidar este punto pues como psicólogo sigo y seguiré el código deontológico propio de la especialidad, por otro lado, como docente, que no se encuentra separado del anterior, al llegar a este papel por azares del destino, no puedo permitir que esta casualidad me pueda impedir que busque la preparación requerida para desempeñarme de una manera eficiente.
Y esto no sólo aplicaría para mi, sino a cualquier profesional que se desempeñe en su área o en otras cercanas: no es válido dejar que las cosas sigan sin cambio sólo por que se esta en un trabajo o realizando alguna actividad profesional “más de fuerzas que de ganas”, siendo coherentes con los códigos éticos.
Concluyendo, la unificación mundial es una realidad en los últimos lustros, y podría ser de muy benéfico si lográramos también globalizar nuestras relaciones humanas bajo el principio de la “comprensión” (Moran, 1999) en donde se buscaran los beneficios desinteresados para todos y cada uno de los integrantes de la sociedad planetaria. Contrario a ello, se han desatado los efectos globales de una coexistencia comercializada, llevando al limite aquellas normas y reglas que permitían un cohábitat digno entre los individuos, pasando de ser un estilo y forma de vida, a un impedimento para la individualización imperante, ¿Dónde más se puede ser “uno mismo” si no es en estos sistemas normativos y regulatorios de concordia entre los individuos, independientemente de sus origen?, ¿quién sabrá qué un es uno, si no se comparte en ambientes familiares, escolares, laborales, etc. quien y como eres?, ¿el dicho popular, cada cabeza es un mundo, cambiara por cada individuo es su propia sociedad?.
Referencias:
Diccionario de psicología científica y filosófica, (s/f). Recuperado el 3 de febrero de 2009 de http://www.e-torredebabel.com/Psicologia/Vocabulario/Principio-Placer.htm
Ferguson, M. (1994). La conspiración de acuario. España: Biblioteca fundamental Año/ Cero.
Gutiérrez, C. (1998). Ética y moral: Teorías y principios: Conferencia inaugural de un curso de ética política. Recuperado el 27 de enero de 2009, de http://www.claudiogutierrez.com/Introduccion_a_la_etica.html
Lipovetsky, G. (2008). La Sociedad de la decepción. España: Editorial Anagrama, SA.
Morín, Edgar. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Recuperado el 23 de enero de 2009, de http://cecte.ilce.edu.mx/campus/file.php/51/sesion3/lec_rec/los_siete_saberes_necesario.doc
Rojas, R. “Formación de investigadores educativos”. Recuperado el 23 de enero de 2009 de http://cecte.ilce.edu.mx/campus/file.php/51/sesion3/lec_rec/plagio_en_el_trabajo_cientifico.doc
Vargas, M. (s/f). Algunas reflexiones acerca de la globalización. Recuperado el 3 de febrero de 2009, de http://www.rcci.net/globalizacion/2000/fg139.htm